domingo, 30 de marzo de 2008

COCINANDO LOS DÍAS


Una amiga me confesó este fin de semana algo que, en los días que corren, puede llamar la atención. Para ella, la cocina entendida como el arte de mezclar ingredientes para provocar -y no sólo para matar el hambre- no era atractiva. Deduzco que prefiere que alguien más capacitado cocine. Ahora, no se negaba a aprender y tomarle el gusto al arte culinario.

Luego, la conversación deribó a que yo aceptara mi cercanía con las ollas y los condimentos, el juntar sabores; arriegarme con la sal y la pimienta. Y no soy el único. Varias pruebas demuestran que el cocinar superó el estigma de labor tortuosa. Paseen con más cuidado por los supermercados y verán a más personas -en su mayoría hombres- comprando nuevos productos y condimentos. Revisen las revistas de decoración y verán cómo están los arquitectos diseñando las nuevas casas: con cocinas que parecen factorías de ricos sabores. Y en último caso, miren para atrás y recuerden cuándo fue la última vez que se sentaron en algún restorán y acompañados por un buen vino, se atrevieron a degustar.Los hábitos están cambiando, y el estómago se ha visto más que favorecido.

Una razón psicológica y social podría explicar este volcamiento a la producción gastronómica. Como parte de un ejercicio, el género masculino ha visto en la cocina el escenario ideal para poner a prueba la toma de decisiones. Es sabido que una buena parte de la administración -en todo ámbito, y no sólo en las empresas- tiene relación con la capacidad de considerar recursos, variables y resultados, para optar por el camino más correcto. Y no solo, sino movilizando a más personas. Bueno, ¿no es eso cocinar?

Las mujeres vienen haciéndolo hace mucho tiempo y en ellas este "sentido nuevo" para la cocina es algo más que interiorizado. Ahora, la condición sexuada -y no sólo sexual (los remito a Julián Marias)- pone una nota distintiva. Porque si en hombres la razón pesa más a la hora de las decisiones, en la mente femenina el sentido común y la intuición hacen que la balanza se cargue hacia uno de los dos lados. Es de vida doméstica la típica escena que se da con un hombre y mujer que a la hora de decidir algo, él considera todos los detalles, lee todos los comentarios y foros a su alcance, buscando claridad en la oscura confusión de ofertas, modelos y futuras opciones. En cambio, la mujer, abrumada por tanta verborrea mental, confía en su instinto y decide, poniendo punto final (tanto así, que habemos algunos que teniendo claras las opciones, buscamos, en una mujer, ese empujoncito instintivo e intestinal propio de ellas). Pasa, obviamente, en la cocina. Pongan a un hombre y a una mujer en una cocina, con una receta puntual y con los ingredientes necesarios. ¿Cuál de los dos seguirá al pie de la letra lo que está escrito? ¿Quién, hombre o mujer, seguirá sus corazonadas y no mezclará según medidas exactas?

¿Quiénes leen las instrucciones de los paquetes de fideos, jaleas y sopas tantas veces como sean necesarias?

Eso sí, hay algo que compartimos -hombres y mujeres- y es el deseo de superar las expectativas, en especial si has dedicado tiempo y ganas a una preparación culinaria. A fin de cuentas, el cocinar también tiene mucho de "planificar para ser sorprendidos".Vp.


Soundline: el del día de hoy trae además una breve reseña fílmica. Tuve el agrado de ver a Steve Carell en quizá su papel más serio y melancólico. La película se llama Dan in Real Life y cuenta la vida de un columnista de diarios, viudo y padre de tres hijas que se en tres días se ve forzado, por las fuerzas el destino, a vivir intensamente. De ella ,sacamos la siguiente canción, muy al estilo Charlie Brown.

Sondre Lerche & Regina Spektor - Hell No (Dan in Real Life Soundtrack)


1 comentario:

Gabriel dijo...

Mi cercanía hacia el mundo culinario va a paso lento, pero siempre firme pisando la superficie terrestre. No es novedad ya ahora ver hombres comprando condimentos; sí aquellos -como yo- amantes de la cultura del ketchup y la mayonesa. Pero ahora hay muchas variedades de salsa de la salsa de la salsa. El género ha ido aumentando a una variedad propia del siglo XXI.

Ahora sobre Julián Marías, ¿No era él, el príncipe azul de la profesora (n/n)?



Un abrazo Víctor,
Saludos

 
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