jueves, 27 de marzo de 2008

EN LA "CICLOVIDA", TOMA 2


Mi tercera cesión en la ciclovía era el examen semestral, ése que te dice cuánto sabes y cuán capacitado estás para pasar al siguiente nivel. Y claro, la ocasión ameritó conseguir mejor indumentaria y preparar un playlist más provocador. La noche anterior alisté todo lo necesario, revisé mi equipo con detalle y hasta probé cómo andaba la cadena que me permitiría librarme de la biciclela por un tiempo, mientras corría, impidiendo que me quedara sin ella. Una vez chequeado todo, me di las buenas noches.

La carrera comenzó con cuatro kilómetros de pedaleo; siguió con tres de trote; y terminó con otros cuatro más de bicicleta. Al final de la rutina terminé exhausto, con viente litros menos de agua y calambres en todas partes. Pero me sentía ganador.

Eso sí, tanto equipamiento jugó en contra de mi rendimiento. Ya en la pista, me percaté que el iPod puede molestar bastante; la súper polera con ventilación y secado instantáneo pica cuando está nueva; y los lentes de sol anti UV y anti cualquier rayo solar diabólico -a menos que los tengas pegados- brincan contigo. En cambio, el vecino -más experimentado- vuela sin alas artificiales. Sólo requiere de unas buenas zapatillas y dos prendas cómodas. Nada más. Olvídense de reproductor de música, audífonos, anteojos y vestimenta espacial. Eso queda para los ingenuos o -aparentemente- astutos, que confían en la tecnociencia para mejorar el rendimiento.

Cuando probé cómo era la vida del trotador sin tanto aparataje, la realidad se mostró tal cuál. Como cambiaste música por oídos destapados, ahora escuchar el mar, el tráfico y tu respiración. El sol molesta sin que nada lo detenga, pero a la vez te fortifica. Ahora bien, no dudo que con los años nos vamos poniendo más exquisitos y anteponemos filtros a la realidad. Nos abrigamos de la brisa helada del mar y preferimos no escuchar los latidos -cada vez más esporádicos-. Pero luchar contra esa infecciosa comodidad puede ser buen desafío. Esos que duran para toda la vida.


A fin de cuentas, puedo decirles que con las horas de entrenamiento te percatas de una gran verdad: "con la simpleza, la vida se muestra más real, más intensa, más viva". Cómo llegue a esta conclusión; de eso se trató este episodio. Hasta el próximo. Vp.


Soundline: Javiera Mena, señoras y señores, es quizá la mayor promesa del pop chileno de calidad. Y cuando hablo de calidad, me refiero a su capacidad de mezclar sin caer en excesos. Veamos con qué relacionan su primer sencillo -Esquemas juveniles- que da el nombre a su disco debut. Los dejo con el vídeo, también de una impecable factura.


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