miércoles, 21 de mayo de 2008

MARTES COPY/PASTE: ¿Update de pecados?


(Inaugurando la nueva sección "Copy/paste" de los martes, el padre José Miguel Ibáñez, escribió hace más de un mes esta columna en el Mercurio. Me pareció interesante su posición fuertemente arraigada en la tradición de la filosofía cristiana... Disfrútenla.)

En los últimos días ha causado cierto revuelo en la prensa la información (o desinformación) sobre "nuevos pecados" según la Santa Sede. Pero lo de "nuevos" nunca pasó de algunos titulares periodísticos vendedores.

La ocasión vino de una entrevista aparecida en L'Osservatore Romano, donde monseñor Gianfranco Girotti, del tribunal de la Penitenciaría Apostólica, habló de "diversas áreas dentro de las cuales percibimos actitudes pecaminosas en relación con los derechos individuales y sociales". Nada semejante, pues, a "una lista de siete pecados sociales que se suman a los siete capitales", como se ha escrito. Fuentes de la Iglesia han debido aclarar que no existe ningún edicto vaticano al respecto. Ninguna revolución doctrinal, por consiguiente.

Un hecho parecido tuvo lugar ya en 1992: cierta prensa habló también de "nuevos pecados" cuando el Catecismo de la Iglesia Católica mencionó en forma expresa los deberes de prudencia en la velocidad y en la sobriedad al conducir vehículos, así como también la obligación moral de pagar los impuestos. Pero esta última se encuentra ya ¡en Cristo (Mt 22,21) y en San Pablo (Rom 13,6-7)! Y aquellas normas de conducción sólo tenían de nuevo el que antes no existían vehículos que alcanzaran las velocidades actuales.

Citemos los pasajes de monseñor Girotti que han dado pie a la desinformación. Él destaca, como dominios más sensibles de la actualidad moral, "ante todo el área de la bioética, dentro de la cual no podemos dejar de denunciar algunas violaciones de los derechos fundamentales de la naturaleza humana, a través de experimentos, manipulaciones genéticas, cuyos efectos es difícil prever y controlar". Se apunta, pues, al perenne quinto mandamiento del decálogo, "no matarás al inocente", que pide también un respeto integral por la vida humana, desde el primer instante de su concepción hasta su fin natural, hoy y siempre; sólo que hoy la investigación y la tecnología genética han hecho o harán quizá posibles -en seres humanos- estos nuevos atropellos: abortos de variada índole; criopreservación de embriones con fines científicos o reproductivos o terapéuticos; clonación, hibridación, etcétera.

Tampoco hay nada formalmente nuevo en "el área de la droga, con la que se debilita la psique y se oscurece la inteligencia". La verdad es que siempre se estimó como un bien el estado natural, consciente y libre de la persona humana, y su pérdida voluntaria con alteración de la conciencia como un mal que producían ciertas sustancias estupefacientes -comenzando por el inmemorial exceso de alcohol-; sólo que hoy estas sustancias y su adicción respectiva han alcanzado dimensiones enormes, con siniestros efectos individuales y sociales.

Por último, siguiendo aquella entrevista de prensa, monseñor Girotti mencionó "el área de las desigualdades económicas y sociales" y "el área de la ecología". La primera ha sido ya tratada de modo sobreabundante en las encíclicas sociales de la Iglesia. La cuestión social y laboral ha tomado formas muy diversas, y las sigue y las seguirá tomando; pero ello no autoriza a hablar propiamente de pecados nuevos, como tampoco ocurre con la contaminación y destrucción de la naturaleza, que sólo fue posible, masiva y consciente a partir de la Revolución Industrial.

Técnicamente, la ética formula así estas situaciones: la ley moral (por ejemplo, no matar o no dañar al inocente) es formalmente inmutable, pero es materialmente mutable; la materia de la ley -el medio de matar, dañar o destruir- es histórica y cambia sin cesar (se necesitan misiles y no espadas o mosquetes para matar con misiles; se necesita que haya televisión para poder calumniar por televisión). El desafío incesante de la conciencia moral está en iluminar con la luz de los preceptos universales las figuras en las cuales éstos se encarnan de modo siempre nuevo. La Iglesia, como es lógico, sigue de cerca estas figuras. Pero ni los deberes morales ni los pecados pueden -en sí mismos- llamarse propiamente nuevos en relación con el decálogo, salvo para hacer "noticia" en los medios de comunicación.

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